Eliminar el término 'obesidad' y sustituirlo por 'peso poco saludable' (unhealthy weight) es la propuesta que estudia el Ayuntamiento de Liverpool (Inglaterra) para evitar complejos a los niños de la ciudad. Desterrando la palabra maldita de formularios e impresos oficiales confían en reducir la crueldad de los niños con los gorditos de la clase.
La medida puede parecer estúpida (de hecho lo es), pero responde a una filosofía relativista cada vez más presente en nuestra sociedad. Se piensa que basta con cambiar un nombre para resolver un problema. Sin ir más lejos, en España es posible cambiar de sexo sin necesidad de que haya ninguna alteración orgánica. Como si por el mero hecho de que un carnet diga que es mujer baste para convertir al otro sexo a un hombre.
Nuestro gobierno, de miembros y miembras muy avanzados, ha sido un precursor de esta filosofía tan progresista. Gracias a su habilidad se han conseguido grandes logros:
- Aquí no sufrimos una crisis, sino un "momento de dificultades".
- No ha habido trasvases, ni en Cataluña, sino "intercambio de flujos de agua".
- El despido no se ha abaratado, se han "flexibilizado las condiciones de contratación".
- Las empresas no quiebran, pasan a un "concurso de acreedores".
- La economía no se viene abajo, atraviesa una "desaceleración negativa".
Como si pensaran que ya nadie va a llamar 'gordito' al niño de la imagen y se van a acabar sus penalidades. Tal vez sería mejor que dejaran de atiborrarle a hamburguesas.
